Quién soy

Hola, soy Mónica. Te voy a contar mi historia para que entiendas por qué  trabajo como Asesora de Imagen.

 

Desde pequeña me gustó ayudar a los demás, fui abogada de pleitos pobres, que decía mi madre.

 

No ayudaba porque fuese muy buena, lo hacía porque yo conocía ese pellizco en el estómago que producía el rechazo, el abandono y  el desamparo de saberse sola aunque hubiera mucha gente alrededor. No podía verlo ante mí y no hacer nada.

 

Fui un patito feo: alta, gordita, con gafas, zapatos de ortopedia y aparato en los dientes. Los niños pueden llegar a ser muy crueles y me dolían cada una de sus frases despectivas: ¡Cuatro ojos! ¡Monicaca! ¡Zapatones! Al oírlas, el pellizco hacía su aparición estelar en mi estómago, me subía un calor por las mejillas que iba después a las orejas, me empezaba a temblar la barbilla y mi corazón golpeaba mi pecho intentando escapar. Yo intentaba deshacer con mi mente esa bola que me oprimía la garganta al aguantarme las ganas de llorar. 

Nadie debería pasar por esto, mucho menos una niña y, menos aún, sola.

 

¿Por qué te cuento esto?

 

Verás, yo me he despreciado tanto como las niñas que me insultaban. Me he pasado mi vida intentando arreglarme porque estaba convencida de que había algo mal en mí y que por eso no conseguía encajar. Y, después de cientos de intentos fallidos, me he dado cuenta de que no soy yo la que está mal. 

Si hice algo mal, fue intentar encajar en un traje que no era para mí, en el que me sentía incómoda y no sabía como comportarme, en el que tenía que hacer un papel. Desde ese lugar me sentía impostora y tenía un miedo horrible a ser descubierta. Me he sentido impostora como madre, como profesional, como amiga, como mujer.... 

Qué loco, no? Esto es más normal de lo que te crees.

 

Hoy puedo decir que ¡SOY SUFICIENTE TAL Y CÓMO SOY! He conseguido descubrirme, apreciarme y quererme. 

Estoy completa y me siento hermosa y poderosa en mi piel. 

Pero a diario veo mujeres preciosas, como tú, que sienten ese pellizco del que te hablé, que se sienten insuficientes y muero de la rabia al saber que yo puedo ayudarte, puedo ayudarlas.

Lo sé porque yo ya he recorrido ese camino. Yo me he ayudado, he desaprendido todo lo que me limitaba, he dejado de intentar ser otra para encajar y he decidido ser yo y respetarme a mí por encima de todo.

Actualmente, acompaño a mujeres trabajando su imagen para que represente lo que son realmente y es el mejor trabajo que he tenido jamás. 

 

No te voy a cambiar, ni te voy a aconsejar las últimas tendencias, tampoco te disfrazaré de alguien que no eres. Eso ya lo hacen la mayoría de las empresas de Asesoría de Imagen. Yo te acompaño para conseguir una imagen que sientas que te pertenece y que te haga sentir completa.

 

Si quieres dejar de castigarte y despreciarte, ya sabes donde me tienes.

Es necesario reunir cierta dosis de valentía, pero merece la pena. Y tú, ¿Te atreves?

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